Día Internacional de la Enfermera: Estudio de caso de la semana

DIE COVID-19
14 Abril 2020
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Desde la primera línea de respuesta contra el COVID-19: Italia

Autor: Floriana Pinto

FP Floriana Pinto es enfermera y trabaja en la primera línea de respuesta contra el COVID-19 en Italia. Recientemente, ha participado en una conversación en directo con Elizabeth Iro, Enfermera Jefe de la OMS, y con otras personas en las redes sociales de esta organización. Esta es su historia y la de muchas otras enfermeras de Italia y de todo el mundo.

Estábamos todos emocionados haciendo los preparativos para conmemorar este año 2020 buscando fórmulas para explicar el trabajo de las enfermeras a las instituciones y a los ciudadanos, y también a las propias enfermeras porque en Italia muchas de ellas han perdido su identidad profesional. Pero entonces llegó el virus y tuvimos que detener esa labor para combatir a este enemigo invisible que ha cambiado nuestras vidas por completo. Ahora se nos llama '"héroes" cuando hasta hace un mes no gozábamos de reconocimiento a pesar de nuestros constantes esfuerzos. ¿Necesitábamos un virus para que los ciudadanos y las instituciones comprendieran que somos la espina dorsal de nuestro sistema de salud? Aunque sea triste, creo que esta es nuestra ocasión, el momento adecuado de demostrar quiénes somos. Por eso, una vez superada la emergencia de la pandemia, seguiremos luchando por lo que nos merecemos: apoyo, protección e inversión.

Ahora nuestras vidas, en las UCI y las salas de COVID, son como una montaña rusa en continuo movimiento: el cansancio y la ira dan paso a la alegría cuando por fin sacamos de cuidados intensivos a los pacientes, con los cuales, a pesar del poco tiempo que tenemos y la ropa de protección que apenas nos permite respirar, encontramos tiempo para hablar y comunicarnos de manera que no se sientan solos. Somos su única compañía y, como es imposible sonreír con las mascarillas, hemos aprendido a hablar y a sonreír con los ojos.

No es fácil: hemos tenido que convertir algunas salas en UCI. Todo el mundo está trabajando a su máximo nivel competencial de habilidades clínicas o relacionales, para ayudar… Y eso es lo mejor que estoy viendo estos días, lo que siempre he querido ver. ¡Es lo que demuestra que somos un equipo súper potente!

Pero después te llega una bofetada de realidad... El sistema no nos está protegiendo y cuando abandonamos el área de COVID tenemos que luchar para conseguir un test, sin garantías de lograrlo. Tenemos que luchar para disponer de EPI adecuados y niveles de dotación de personal apropiados. Italia ha incorporado a estudiantes de enfermería para ayudar pero carecen de experiencia. Me siento responsable de ellos. ¡En solo una semana ya se ha infectado una de estas enfermeras recién graduadas mientras colaboraba en la emergencia! Estamos enviando a enfermeras al frente sin la preparación necesaria mientras aún tenemos colegas sin contratar por los recortes del sistema sanitario. También estamos luchando para recibir asistencia psicológica. Como comprenderán, cuando te paras a pensar puede que termine aflorando la ira...

¿Son suficientes los nuevos respiradores y UCI para combatir el virus? ¿Y qué hay de las personas infectadas en casa que necesitan nuestra asistencia? ¿Y de la plantilla? ¿Tenemos que elevar nuestras voces, tal y como han hecho últimamente nuestros representantes, para que se entienda que quizá no sea esta la forma adecuada de tratar a las enfermeras? ¡Si todas las enfermeras se detuvieran ahora, se produciría la mayor catástrofe humana de los últimos tiempos!

La realidad es que todo el mundo lo sabe, en particular las enfermeras. Saben que seguiremos trabajando con dedicación y profesionalidad en esta emergencia, aunque nos cueste la vida. Antes de la pandemia, ya estábamos agotadas; llevamos unos 20 años con el sueldo congelado; y nuestros niveles de dotación de personal se han quedado en los huesos. Sin embargo, las enfermeras, a pesar del incremento de nuestras obligaciones y la supresión constante de nuestros derechos, siempre hemos garantizado el mantenimiento de la salud de los ciudadanos. El agotamiento y la preocupación en nuestros rostros son el único reflejo evidente de las cicatrices que tenemos dentro. Nuestra actitud es pensar y cuidar de la gente, y lo hacemos lo mejor que podemos.

El verdadero problema será cuando termine esta tragedia y las enfermeras nos encontremos delante del espejo agotadas, desarmadas, incapaces de ordenar los pensamientos y sentimientos provocados por el shock emocional y el estrés físico de este periodo. Puede que encontremos páginas de testimonios y entrevistas y que todo el mundo nos siga llamando héroes, pero quizá estos héroes sencillamente necesitan recibir la consideración y el trato inherente como profesionales que somos.

Creo y espero que esta crisis, cuando por fin se acabe, sea un punto de inflexión en el destino de una profesión que en la actualidad no goza de la debida consideración o reconocimiento. Todo el mundo habla de nuestro sacrificio pero en realidad estamos haciendo lo que siempre hemos hecho, con la misma competencia y dedicación. Puede que en condiciones más difíciles ahora, pero somos las mismas enfermeras competentes, resilientes y fuertes que antes de la pandemia. Las enfermeras siempre estaremos ahí, cuidando de los ciudadanos, mejorando la salud y siendo conscientes de nuestra identidad profesional. Todo el mundo sabe y comprende, no solo en los momentos de crisis, que sin enfermeras no hay salud.

Puede que todas esas vidas y todo este sacrificio sirvan para concienciarnos sobre quiénes somos y lo que podemos hacer. La historia nos ha enseñado que las enfermeras somos capaces de hacer las cosas más grandes en las peores circunstancias. ¡Este es el momento!